lunes, 16 de agosto de 2010

ENSAYO DE OPINIÓN- Alianzas Políticas, Democracia Verdadera o Demagogia Electorera.


El Sistema de Partidos Políticos, se ha establecido en nuestro México como uno de los elementos fundamentales de un Estado Democrático, cuya historia se ha manchado de interminables desavenencias y transformaciones, que no han visto un inminente final, ni han concebido expectativa realista alguna, de convertirse vertiginosamente en un sistema político de alzada.


En México, el sistema de partidos políticos ha optado por una evolución ralentizada, mas de radicales matices, que de reformas profundas; mismas pinceladas que han llevado a plasmar diversas etapas, con las que se han escrito varias páginas de nuestra historia. El sistema político en sus primigenias incursiones de 1919 y hasta comienzos de 1950, centraba el quehacer partidista en el desarrollo y consolidación del entonces partido hegemónico (PNR, PRM y PRI); época en la que sin embargo, sus mismas escisiones internas llevaron al surgimiento de pequeños partidos, mismos de naturaleza esencialmente efímera, pero que de manera excepcional y destaca, a su vez vieron el surgimiento de partidos como el PAN y PPS. Posteriormente a dicha etapa, se presenta el periodo que va de 1950 a 1970, el cual se caracterizó por el reforzamiento de las filas de los partidos de oposición al hegemónico, y la consecuente aparición de nuevos, como lo fue el PARM. Finalmente, se destaca el proceso de liberalización política y de sistemas de partidos en estricto sentido, en la cual los partidos han pasado a ser considerados como entidades de interés público, y se han creado diversas figuras de promoción democrática, como lo son las representaciones plurinominales; dicho proceso de enaltecimiento democrático, nos ha presentado a la postre un México ávido de radicales reformas, y necesitado del reconducir las acciones políticas del Estado Mexicano.


Al versar en el presente estudio sobre la esencia de los partidos políticos, debemos rescatar sin duda los elementos más fundamentales de su compleja estructura, debemos por ello resaltar sobremanera el principio de su existencia; mismo que emana de la necesidad del pueblo mexicano de contar con instituciones y mecanismos, que a su inveterado servicio, le permitan construir las relaciones entre Sociedad y Estado. A su vez, las implicaciones de un Estado Mexicano moderno, se han diversificado las funciones de los partidos, volviéndose instituciones encomendadas sacramentalmente de la activa participación política, al promover un espíritu de unidad nacional, y principalmente al hacer valer sus principios e ideología política en verdad del sufragio universal, libre, secreto y directo.


En vista de las establecidas premisas, se debe centrar la discusión actual de las Alianzas entre Partidos Políticos. La evidente problemática, radica de la duda razonable de su naturaleza, duda exacerbada en relación a la intención que las forja, en el hecho de si las alianzas son verdaderas muestras de democracia, o si se limitan a servir meros intereses electorales. Dicho conflicto que se acrecienta, cuando los partidos políticos que son objeto de unión postulan principios e ideologías dispares, e incluso radicalmente opuestas.


Los partidos políticos, como representación de la sociedad mexicana, en relación a principios e ideología de una visión política determinada, a una forma de luchar por el bien común; deben aferrarse a ella, para que de su diálogo resultante, sea digno de ser llamado democracia. Por ello, en principio las alianzas de posturas radicales, representan complicaciones de igual forma radicales, que si no encuentran solución en respeto de sus postulados y estatutos, encuentran de bruces las complicaciones de la demagogia, y de volverse deleznables representantes de meros intereses electorales.


Es por ello, que ante la construcción de una mejor realidad política, los partidos políticos deben hacer conciencia de la democracia, de los verdaderos principios que rigen al sistema de partidos, y del sentir ciudadano que les da existencia. Respetar las alianzas, si obedecen al fomento representativo de partidos, si de ellas puede surgir un gobierno de excelencia, y rechazarlas drásticamente, si solo surgen por el deseo voraz del voto. Nuestra política partidaria mexicana, debe hacer frente a un verdadero sistema de alzada, con lo que a decir de Giovanni Sartori, concretar un sistema plural, con distancia ideológica reconocida, y para la sociedad perfectamente identificable, un sistema político de cambios y no necesarias permanencias.


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